(22) Audio grabado el 11 de agosto de 2016


Hola hijas mías.

Hoy es jueves.

Han pasado ya casi 5 meses desde que vuestra madre quiso divorciarse. Son las 5:30 de la mañana.

Intento daros muchas explicaciones, porque sois muy pequeñas, y no sé si yo recordaré todo lo sucedido, para poder daros un relato coherente y con detalles, cuando seais más maduras, y busquéis explicaciones.

No puedo soportar más este dolor.

Por puro instinto de supervivencia, necesito recuperarme como persona. Necesito recomponer mi vida.

Como opciones tengo quedarme aquí, en el pueblo de al lado, solo y expuesto a todo el dolor del entorno. O marcharme a vivir a Valencia, e intentar alejarme de todo este sufrimiento.

No me gustaría volver a Valencia. No me gustaría alejarme de vosotras. No sé qué hacer. Me estoy ahogando.

La casa de Valencia es una casa antigua, incómoda, pequeña... Es un paso atrás enorme, después de casi 10 años viviendo independizado y en familia con vosotras.

Cuánto me ha hecho perder. Me ha hecho perder mi familia. Parte de vuestra vida, y por supuesto a ella. Le echo de menos muchísimo. Es la mujer que más he querido.

He perdido mi hogar. Mi casa. El lugar donde descansaba, donde dormía y donde cuidaba de vosotras y de ella.

He pedido a mi mujer. La mujer que amaba, y que deseaba.

Me lo ha quitado todo.

.................

Ha llegado agosto, y ella ya se ha operado del pecho. También me he enterado hoy que se ha hecho otro tatuaje.

No quiero verle. Sé que sería muy doloroso para mi. Tengo que cuidar de evitar cualquier tipo de contacto para no sufrir. Me derrumbaría. Vería una persona, que ya no es la persona de la que me enamoré.

No quiero ni imaginar, aunque tengo una ligera idea de lo que hace en sus salidas. En su vida. No quiero ni pensarlo.

Ella ya no es ella. No lo és.

Me ha robado todo. Todo.

Y lo que más me duele, es que me ha robado la mitad de vuestras pequeñas vidas, y de toda vuestra futura vida.

Aun así, sin querer, me entero de detalles, de pequeños retazos de su vida. Es inevitable estando en el entorno.

Le digo que intente tener una actitud respetuosa hacia mi, que no me hable con mal tono, o chillando, y que por favor no me cuente ningún detalle de su nueva vida... Y ella hace un gesto como de burla, riéndose, y me pregunta: "¿qué pasa"?

Roza la burla. El disfrute por el dolor ajeno.

No es consciente, ni quiere serlo, de todo el dolor que estoy sufriendo.

Desconozco si es que no le llega el entendimiento para poder ponerse en mi lugar e imaginar lo que significa todo esto, o si por el contrario lo entiende, y disfruta viéndome sufrir.

En cualquier caso, es horrible.

Hay días, en los que realmente no encuentro fuerza ni energía para seguir. De verdad. Hay días que falta un pequeño empujón para rendirme. Para decir ¡basta!, no puedo más.

Cuando os recojo, lo hago con media sonrisa. Porque estoy destrozado.

Una paternidad vivida desde el desgarro y la tristeza. En lugar que desde la alegría y la felicidad por ser padre y tener dos hijas tan maravillosas como vosotras.

Me encantaría llorar, por lo menos para descansar. Para descargar. Pero no me salen las lágrimas. No salen.

Solo quiero descansar.

En paz.

Comentarios