(31) Correo electrónico enviado el 20 de octubre de 2016



Asunto: Siete meses después



Hola hijas mías,

Perdonad que no os haya escrito ningún correo electrónico en tanto tiempo. Ya sabéis que a través de correos, durante mucho tiempo he ido contando cosas que hemos hecho juntos en familia, cosas que han pasado en mi vida, cambios, consejos para vuestro futuro... Pero la nueva situación que estoy viviendo, me ha hecho imposible escribiros, ya que he tenido que centrar mis esfuerzos en salir adelante de la mejor manera que he podido, por supuesto sin dejar de cuidaros y daros cariño día tras día.

Ya lo sabéis. Aproximadamente hace unos 7 meses, vuestra madre decidió que quería divorciarse de mi. Me vi en la dificilísima situación de asimilar la pérdida de la persona que más he querido en mi vida, la también dolorosísima situación de ver que vosotras, mis hijas, iban a ser hijas de unos padres divorciados, y los posibles efectos que esto podría tener en vuestro desarrollo personal, psicológico y afectivo.

También fue muy doloroso y estresante tratar todo lo relacionado con los términos del divorcio. Cómo íbamos a veros, quién se quedaba con la casa, en fin... Todos los aspectos legales que conlleva un divorcio, y que tuve que negociar y preparar yo, para que todo quedase de la mejor manera posible.

No podéis imaginar el dolor que conlleva tratar este tema, cuando yo no quería divorciarme. Pero haberlo dejado en manos de vuestra madre, hubiera sido mucho peor para todos. Eso os lo puedo asegurar.

Siete meses después, sigo muy afectado por todo. No consigo superar ni asimilar la pérdida de vuestra madre, de nuestra relación, de nuestro amor, de nuestra familia. Sigo pasando muy malos momentos. Sigue doliéndome tener que despedirme diariamente de vosotras dos. Todos los días me pregunto por qué esto tiene que ser así, por qué no puedo acostaros todas las noches, daros la cena, un beso, leeros un cuento, poneros la mano en el estómago para que os durmáis mientras os abrazo...

Pero sobre todo, lo más doloroso es el motivo por el que vuestra madre ha hecho todo esto. El tipo de vida que lleva ahora. Lo que está haciendo. Lo que quería...

Vuestra madre, después de nueve años de relación, ha vuelto a la vida que llevaba cuando le conocí. A los veinte días de irme de casa, me comunicó que iba a operarse para aumentarse el pecho. Es muy doloroso. Se ha puesto unas prótesis enormes para tener mucho pecho. Se ha hecho más tatuajes.... Y aunque yo lo evito por no sufrir más dolor, sin querer te enteras de detalles de su nueva vida, como por ejemplo que busca pareja o relaciones mediante páginas de internet.

Es muy muy doloroso. No tengo palabras para describir el sufrimiento que llevo dentro. Me siento muy mal, porque estoy viviendo lo más bonito de vuestras vidas (sois las dos unas niñas preciosas), desde la amargura, el sufrimiento, la ansiedad, la tristeza y la pena. Yo intento daros lo mejor de mi, siempre una sonrisa, siempre intentando daros diversión y cariño, pero por dentro estoy muy muy herido y dolido.

Es una época que no va a volver, vuestra infancia... y no la estoy disfrutando plenamente. Realmente, el momento en el que voy a recogeros después de comer, es el momento más feliz del día. Sois lo que más alegra mis días.

Muchas veces cuento lo que ha hecho vuestra madre, y para qué lo ha hecho. Cuento qué está haciendo ahora y qué vida lleva. Y a algunas personas les cuesta creer que esto pueda ser así. A veces me siento dolido porque la gente no cree lo que digo. Pero es cierto.

Vuestra madre me ha arrojado a un pozo. A un pozo muy negro y profundo del que no veo salida ahora mismo. Lo he dado todo por ella y por vosotras. Dejé de trabajar por las tardes para cuidaros, era buen padre, buen marido, incluso buen amante. Pero ella quería otra vida.

Echo mucho de menos su cariño y compañía. Echo mucho de menos vivir con vosotras. Echo mucho de menos mi hogar. Todo construido con la mayor ilusión. La única persona que hizo crecer en mi la ilusión fue ella. Y ahora me ha abandonado, para llevar un tipo de vida que algunas personas aplaudirán, pero quiero pensar que no es nada correcta, sobre todo teniendo dos hijas pequeñas.

A los 4 meses se operó de los pechos, poniéndose una talla exageradamente grande. Ahora viste de una manera provocativa. Sale siempre que vosotras estáis conmigo los fines de semana, y está teniendo citas con otros hombres, conocidos a través de internet, o a través de sus salidas nocturnas a discotecas.

Es todo tan doloroso. Es todo tan hiriente. Tan desgarrador...

De repente tuve que coger mis pertenencias, preparadas por ella en bolsas de basura en el garaje, y llevármelas a la casa que alquilé en el pueblo de al lado, para estar cerca de vosotras.

De repente, después de tantos años juntos, y tantos años con vosotras, cuatro paredes en silencio. La soledad más absoluta y aterradora. Sabiendo lo que estaba haciendo ella, con su vida y con su cuerpo. Mi mujer. La persona que más he querido y con la que más me he sentido unido en toda mi vida.

Es cierto que ella y yo éramos diferentes. Pensábamos diferente, y teníamos diferentes gustos y aficiones. Pero había mucho amor y los ratos que pasábamos juntos lo disfrutábamos. Pero de repente ella cambió. Yo me esforzaba en cuidaros y sacar todo adelante. Ella reclamaba su tiempo de ocio y salidas. Yo me sentía decepcionado. La echaba mucho de menos. Trabajaba mucho. Tanto en su trabajo habitual, como con sus trabajos extras de las tardes, y los fines de semana.

Si a eso le unimos que cuando ella salía por las noches, prácticamente yo solamente veía a vuestra madre a la hora de de dormir, le echaba mucho en falta como mujer y como madre. Le he echado mucho en falta.

Ella eligió. Tenía que elegir entre cuidar su matrimonio, su familia, lo que conllevaba esfuerzo, sacrificio, compromiso... o una vida llena de diversión, salidas nocturnas, bailes, relaciones esporádicas con otros hombres.. diversión, verse guapa, disfrutar con su vida y con su cuerpo.

Y eligió. Recuerdo la rabia. Recuerdo el odio. Recuerdo el dolor. Recuerdo la ansiedad... Cuando todo eso se calma, los descalificativos desaparecen, y solamente me quedan estas palabras: egoísmo e inmadurez. Un egoísmo tan profundo, que me asusta.

Es muy difícil aceptar que la persona que más has querido en toda tu vida, tiene como único objetivo verse guapa, para buscar nuevas relaciones con otros hombres. Tiene como objetivo salir a discotecas. Solamente piensa en su imagen.

No puedo aceptarlo. No puedo asimilarlo. Cuánto daño ha hecho WhatsApp, la aplicación de mensajería móvil. Aunque no puedo decir que sea la culpa de ello, porque en una persona normal, esto no hubiera influido.

Estoy haciendo todo lo posible para tomar las decisiones más correctas para mi vida y la vuestra, pero estoy tan dolido, tan débil, tan vacío, que no tengo muchas veces las fuerzas necesarias para llevar todo este peso.

Sigo trabajando solamente por las mañanas, ganando poco dinero, para estar con vosotras por las tardes, por lo que tengo que elegir entre mantener el piso de alquiler, o el coche, para poder ir a veros todos los días. Y elijo mantener el coche. Necesito veros todos los días. Ahora tengo que afrontar otra mudanza más, a Valencia, a casa de mi madre. Después de 9 años viviendo de manera independiente, otro duro golpe a mi autoestima y moral. Volver a casa de mi madre.

Todo en mi contra. El trabajo en el aire. La empresa va muy justa. No duraremos toda la vida. Sin un futuro claro. Sin el amor de mi vida, sin mi familia, y habiendo perdido la mayor parte de mis posesiones, y de mi vida con vosotras. Sacando fuerzas cada día para intentar levantar el ánimo. Buscar un camino.

Ella lo ha hecho. Y yo no puedo hacer nada.

Os quiero muchísimo. Mientras me quede aliento, mis esfuerzos serán para vosotras.

Papá os quiere. Siempre lo hará.
Un beso enorme.


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