(40) Audio grabado el 4 de enero de 2017


Hola hijas mías,

Son las 5:30 de la mañana. Salgo de casa de vuestra madre. De nuestra casa.

Estáis durmiendo.

Anoche, ayudé a vuestra madre a recoger todos vuestros juguetes de casa, preparaos la cena, y demás cosas que había que hacer antes de llevaros a la cama.

Vuestra madre estaba enferma. Tenía fiebre. Me pidió ayuda, y fui para ayudarle.

Antes, vosotras y yo fuimos a ver una función de teatro a la casa de la cultura, y después, ya a casa y a organizar todo.

Ella luego me confesó que tenía otras intenciones...

Me dijo que había un motivo para llamarme. Y era que le apetecía estar conmigo.

Pero no "estar conmigo".

Lo que quería era tener relaciones conmigo.

Me lo dijo tal cual.



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Yo sé que esto no se tiene que hacer, que es un error, y que el que sufre, y mucho, soy yo.

Pasé la noche con ella. Es lo único que me queda.

Inevitable por mi parte, el volver a insistirle, volver a preguntarle por qué.

Por qué no quería seguir con nuestra familia.

Mucha angústia. Sabes que si hablas de ello, si sacas el tema, rompes el clima de pasión y atracción.

Ella no quiere oir hablar de esas cosas.

Es solo carne.

Solo deseo sexual.



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Ella insiste con sus argumentos. Nada que hacer.

Insiste en que le agobié demasiado.

Es todo mentira. Es su guión. Es su papel.

¿Agobiarle? Nunca estaba en casa.

Y hacía ya un tiempo que había empezado a entrar en el círculo de cuidarse en exceso.

De tiendas, ropa nueva, cremas, tratamientos, dietistas...

¿Cómo no le voy a reclamar atención?

Un marido y dos hijas, una de ellas, un bebé.

¿Y dónde estaba ella?

En su mundo.

Le agobié...

Más bien, le llamé, le busqué, le pedí por favor... Porque no estaba.

Pero claro, el guión es el guión. Está escrito, y ella lo sigue.

En ese guión, yo le agobié.

En la realidad, ella tenía un marido y dos hijas, una familia. Pero ella quería otra vida.

Una vida de persona sin cargas, que quiere vivir su segunda juventud, y no perder el tren de gente que sí que puede llevar ese ritmo de vida, bien porque no tiene una familia, o bien porque la ha roto, como ha hecho vuestra madre.

Vivir para ella.

Salir.

Quedar.

Discotecas.

Bailar.

Otros hombres...



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- Te llamo, porque no disfruto contigo como con nadie...


Escuchar eso te rompe por dentro.

Vuestra madre. Mi mujer.

Teniendo relaciones por ahí con otros hombres.

Pero me llama porque no disfruta con nadie como conmigo.

Escuchar eso es, como si un cuchillo te atravesara, pero de dentro hacia fuera.

Es horrible el dolor.



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- Y si sientes eso, ¿qué estás haciendo? ¿Por qué no lo arreglamos...?

- Yo quiero salir. Quiero disfrutar. Quiero bailar.



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Le he dicho que no aguanto más. Me estoy muriendo.

Me voy a tener que ir a vivir a Valencia. Con mi familia.

Me estoy muriendo solo.

Me estoy apagando poco a poco.

Me estoy consumiendo.

....

Da igual...

Solamente le preocupa verse guapa, su imagen personal.

- Pero... ¿te gustan mis pechos? Es que he cogido peso.... mírame...

- Te estoy hablando de algo importante. De nosotros. De nuestro matrimonio, de nuestra familia...

- ¿Estoy guapa?

- ...



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Lo que estoy viviendo es una angustia mental tremenda. Sin fin. Muy profunda.

La madre de mis hijas. Mi mujer, ahora tiene como único pensamiento ser un mero objeto sexual. Una mujer atractiva, deseable.

Salir, y ligar.

Conocer hombres y tener aventuras.

Por decirlo de un modo, suave.



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Anoche le dije que no iba a querer a nadie como ella.

Por mi familia, perdonaría este año, este año de daño y dolor.

...

Da igual. Ella me despide de una manera frívola, se queda contenta con la noche de buen sexo que ha tenido.

Es lo que le importa.

Es lo que quiere de mi.

Lo demás, ya no lo quiere.

Porque ahora es así.



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Salgo por la puerta sin saber el suelo que piso.

Sin saber quién soy.

Sin saber por qué salgo de una casa, MI CASA, como si saliera de la casa de una mujer con la que acabo de tener buen sexo una noche, pero nada más.

Solamente que esa mujer, es mi mujer.

Solamente que esa mujer, es la madre de mis hijas.

Solamente que esa mujer, es vuestra madre.

Solamente que mientras cierro la puerta, no sé si volveré a entrar.

Solamente pensando en que, en la planta de arriba, vosotras dormís tranquila y plácidamente, ajenas a toda esta sinrazón. A todo este daño.



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Cierro la puerta blanca. Y detrás de ella, queda mi vida.

Quedáis vosotras, y ella.

Ahora coge el coche, y ve a trabajar.

Con la cabeza destrozada. Si saber quién eres, qué tienes.

Angustia.

Desesperación.

La ansiedad me está matando. No como. No descanso.

Ahora los nervios salen por mi mandíbula. La tensión acumulada sale por ahí. Me duele. Aprieto sin darme cuenta...

...

Tengo que irme.

Tengo que alejarme de esto.

Tengo que salir de aquí. Irme con mi familia. La soledad y el dolor me están matando.

No quiero morir.



Os quiere,
Papá.



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