(78) E-mail escrito el 26 de marzo de 2019


Qué más le dará, si ya que yo llego casi dos horas antes, y tengo que estudiar contigo, que recoja también a la pequeña, hasta que venga ella... Es hacer daño por hacerlo. Disfruta haciéndolo. 

Estoy harto de humillaciones, de dolor en el pecho cada vez que me hace daño con vosotras. 

Y le da la orden a vuestra niñera, de que no me pueda llevar a la pequeña. Y tengo que callarme ante tanta injusticia. 

Y nadie, ni vuestra niñera, tiene el valor de decirle que está mal lo que hace. Al contrario, le ríen las gracias y son amiguitas del alma. 

Y yo me retiro a casa abatido. Sin ganas de comer y con ganas de llorar. 

Y solo pienso en meterme en la cama. Y dormirme para no sufrir. 

Y vosotras sois tan pequeñas que se aprovecha de que no os dais cuenta de nada. 

Y el dolor me mata por dentro. 

Al final, tengo que optar por hacer como que una semana no tengo hijas. Que no existís. 

¿Vosotras sabéis el dolor emocional que implica eso?

Algún día quizás seáis madres. Y algún día, quizás, podáis entenderme.

Tener que marcharme y dejar a mi pequeña en manos extrañas, no poder llevármela conmigo un rato hasta que venga ella. 

Todo por hacer daño. 

Cerrar la puerta y dejar a mi hija pequeña, queriéndose venir conmigo, llorando.

Cerrar la puerta con lágrimas en los ojos, y poner buena cara, porque mañana hay examen de Naturales y hay que estudiar.

Porque vuestra madre nunca os ayuda a estudiar. Nunca os ayuda con los deberes. Soy yo el que siempre os ayuda, sea o no sea mi semana.

Y lo hago encantado. Y así lo agradece...

Para protegerme del daño y el dolor, tener que hacer durante una semana como que no tengo hijas. Ni visitas. Ni llamadas. Para evitar que me hagan sufrir de una manera tan dolorosa. 

Lo siento. Que dios me perdone... Pero eres una hija de la gran puta. 



Comentarios