(90) E-mail escrito el 22 de agosto de 2019
Hola hijas mías,
Estamos en verano. En agosto.
Y vuestra madre ya tiene metida a su nueva pareja en su casa. Con vosotras.
Varias veces he ido a veros, y siempre está allí. Duerme allí.
Me duele enormemente. Pero no puedo hacer nada. Ojalá pudiese hacer algo. Ojalá fueseis más mayores para decir que no queréis eso. Que queréis estar en vuestra casa tranquilas, sin que haya una persona ajena.
Y vuestra madre, lejos de querer disfrutar con vosotras sus dos semanas de vacaciones, y aprovechar para dedicaros todo el tiempo que no puede dedicaros cuando trabaja, ahí está, haciendo vida de pareja, y vosotras delante de la tele, o del móvil.
De verdad que desearía que fueseis más mayores para que tuvieseis más poder de decisión sobre vuestras vidas. Para que pudierais venir conmigo, a mi casa... Pero no puedo hacer nada.
Esta misma mañana, a las 10:00 de la mañana, he pasado a veros y abrazaros. Enseguida ha salido vuestra madre, diciendo que no chillásemos (no lo estábamos haciendo), porque había una persona durmiendo, que trabajaba de noche.
Hija, ya no sabes qué decir... Quieres ocultarlo. No quieres me me duela. O que me enfade... Tranquila. No es culpa tuya. Tú eres una niña.
Aunque muchas veces no pueda controlar mi tristeza y rabia, y se me note en la cara que me duele muchísimo, quiero que sepas que no es culpa tuya. Que los tres, vosotras y yo, somos los afectados de toda esta basura de situación, y este dolor.
Mi pequeñita se ha abrazado a mi, y no me soltaba. Me decías que querías venirte conmigo... Cómo decir que no, que no se puede... No sabéis los esfuerzos que tengo que hacer para controlar todo lo que siento por dentro.
Sois muy pequeñas todavía. Os espero.
Vuestra madre, lejos de hacer por coger a la pequeña, por darle una muestra de cariño o intentar que estuviera a gusto en esa casa, le ha dicho, de manera brusca y con tono de voz alto: "Pírate si quieres con tu padre, pero no chilléis que hay una persona durmiendo". Así. Literal.
Dabas igual cariño. Lo importante es no despertar a la pareja. No tú, mi pequeña de 4 añitos.
Mientras vuestra madre decía todo esto, tenía en la cara una expresión de rabia... de tensión. De maldad.
No sabéis el autocontrol que debo de tener para mantener el tipo en situaciones tan injustas. No tenéis idea.
Me invade el impulso de decir las cosas claras, de decirle a vuestra madre la clase de persona que es, lo que ha hecho, y lo que está haciendo.
La rabia me come por dentro, y desearía apartarle de un empujón para tomar lo que es mío, mi familia.... Pero no puedo. No se puede. Es una rabia enorme la que se siente, no te cabe en el cuerpo.
Tienes que irte, porque sabes que nada bueno puede salir de perder el control. Tienes que irte a casa solo. Maldiciendo todo. Deseando una justicia que nunca va a llegar...
No hay otra alternativa que seguir. Por vosotras, y por mi. No hay otro camino, que seguir adelante. Y cuando no hay elección, no hay nada que pensar. Solo hay que actuar.
Os quiere siempre,
Papá.
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