(105) E-mail escrito el 8 de marzo de 2020
Me decís que siempre tengo cara triste.
Qué siempre estoy triste.
Creo que no es cierto, porque siempre intento jugar con vosotras, hacer bromas, buscaros las cosquillas...
Pero si, mi cara no es la más alegre que pudiera ser.
Me decís "cara de oso", una expresión cogida obviamente de vuestra madre.
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He pasado muchas situaciones, muy muy duras. Y todo ello, junto con la soledad de vida que llevo, viviendo absolutamente solo con tal de estar a vuestro lado.
Situaciones similares a las que he tenido que vivir, han destrozado para siempre a muchas personas. Personas que, ante la imposibilidad de soportar tal dolor, se han rendido. Se han apartado para evitar sufrir más. Incluso, se han quitado la vida.... (podéis mirar estadísticas de causas de suicidio en los hombres).
Pero yo nunca me rendí.
Me gustaría que pensarais por un momento, una vez que seáis mayores y leáis ésto, qué cara se puede tener cuando has tenido que vivir la perdida (el robo) de una casa, que compraste con toda la ilusión junto a tu mujer.
Una casa no, un hogar.
La pérdida de tu mujer, de la madre de tus hijas.
Qué te echen de casa para empezar a salir de discotecas y a acostarse con decenas de personas.
Tu mujer. La madre de tus hijas.
Pensar que, por la que era mi cama, mi colchón, mi casa, mi hogar, han pasado decenas de hombres que se han acostado con la mujer con la que tuve a mis hijas.
Mi hogar. Mi casa. Mi habitación. Mi cama.
Haber tenido que dormir en un sofá con vosotras durante meses. Y sólo también. La pérdida de dignidad como padre, y como persona.
Pasar apuros económicos muy extremos. Algunos fruto de la vida, pero en su mayoría causados por un divorcio asesino.
Tener que soportar una paternidad marcada por el dolor y el sufrimiento. Por unos horarios en los que estoy con vosotras y otros en los que no lo estoy, todo ello sin haberlo decidido. Todo impuesto por la maldad y el egoísmo de la persona con la que formaste una familia.
El sufrimiento de vivir en la más absoluta soledad, lejos de mí familia, con tal de estar cerca de vosotras.
Rodeado de la gente de un pueblo cobarde, que habiendo sido testigo de todo el crimen, no sea capaz de pronunciar dos simples palabras.... "¿cómo estás?"... De mostrar algo de humanidad y afecto. De apoyo.
Después de haber pasado una situación mental durísima, de sufrir hasta el límite por vosotras, de echaros de menos cada minuto de las semanas que no estáis conmigo...
Después de ver a la mujer que amaba y con la que formé una familia, yendo de cama en cama, haciendo cosas horribles...
¿Qué cara se puede tener?
Supongo que es imposible tener la madurez y la empatía necesarias para poder imaginarlo.
Y más siendo niñas.
Es por eso que, tenéis todo el derecho del mundo a decir que tengo cara triste. Cara de oso.
Espero y deseo que nunca tengáis que pasar por nada ni remotamente parecido.
No os lo tengo en cuenta. Sois niñas. Y solamente queréis ser felices.
Y yo hago lo que puedo para que así sea.
Os quiero mucho.
Un beso,
Papá.
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