(109) E-mail escrito el 11 de abril de 2020



Hola hijas mías,

En pleno estado de alarma por el coronavirus, y con todas las peluquerías cerradas hasta no se sabe cuándo (meses), ya tenía el pelo demasiado largo y desarreglado. Y esta semana que viene quizás tenga que volver al trabajo... Así que tenía que buscar una solución para salir del paso.

Intenté contactar con alguna peluquera que viniese a domicilio... Un par de ellas me dijeron que no estaban haciendo salidas, y la idea de cortarme yo mismo el pelo, no la veía clara, puesto que más bien me iba a hacer un desastre...

Así que no he tenido más remedio que pedírselo a vuestra madre, que me ha cortado el pelo, cobrándome por ello como si fuera uno más.

Después de cuatro años, volver a entrar al garaje, y sentarme en el sillón azul de cortarse el pelo, me ha traído muchos recuerdos...

Yo vivía allí. Era mi casa. Era mi hogar.

Muchas cosas permanecían todavía en el lugar en que yo las dejé. Otras nuevas, puestas durante mi ausencia, me resultaban extrañas.

Allí estaban los armarios de plástico de debajo de la escalera que monté con mis propias manos. Y la pequeña estantería de madera que cuelga en la pared, junto a lo que era la puerta del garaje, donde yo solía dejar las herramientas de bricolaje... Mi hogar.

Pero concretamente, me ha dolido mucho ver un objeto... Un peluche de un cocodrilo verde, con rayas azules... Ese peluche se lo compré yo a vuestra madre, se lo regalé, justo cuando nos enteramos de que estaba embarazada de ti.

Nuestra primera hija, y decidimos juntos que ese sería tu primer peluche. El primer peluche de tu habitación.

Cuánta gente habrá pasado por esa casa. Cuánta gente se habrá sentado en ese sillón. Y cuántos se habrán acostado en mi cama...

Me ha traído muchos recuerdos. Muchas imágenes a la mente... Dos personas enamoradas, esperando a su primera hija. Comenzando el camino de la paternidad, con ilusión y miedo...

Un amor. Una familia. Un hogar. Una vida... todo destrozado. Todo arrebatado. Todo robado. Y para hacer lo que hizo.

No encuentro palabras para describiros el sentimiento.

Vosotras, miráis con una sonrisa en la cara, sin entender tampoco muy bien... Veis a vuestra madre cortando el pelo a vuestro padre. Supongo que en vuestras pequeñas cabezas algo os hace preguntaros por qué las cosas no pueden ser normales, por qué papá no puede vivir con vosotras, por qué papá y mamá no están juntos...

Yo, contengo como puedo lo que siento. No puedo hacer otra cosa que mirar hacia el suelo. No quiero levantar la vista. Tantas cosas que decir, que sabes que no sirven para nada, y que es mejor dejarlo pasar...

Se cobra 8 euros. Sin ningún gesto de aprecio...

Me siento en el escalón de la puerta. Abatido. Hundido. Con ganas de llorar. Me cuesta esfuerzo respirar.

Me gustaría deciros tantas cosas... Explicaros tantas cosas... Pero con 10 y 5 años que tenéis, no puedo hacer otra cosa que deciros que el dibujo que habéis hecho está muy bonito, y que se lo vamos a enviar a la profesora por correo electrónico para que lo vea.

No puedo decir ni hacer nada más.

Nos vamos a nuestra casa. Yo no puedo decir nada. Me habláis pero no puedo contestaros. Tengo una sensación de angustia en la garganta. Como cuando vas a llorar, pero no me salen las lágrimas.

Llego a casa, y sabéis que no tenéis que hablarme. Os vais a la habitación a jugar. Me encantaría que me abrazaseis y que me dieseis un beso, y que me dijeseis que me entendéis.... Pero tenéis 10 y 5 años. Sé que no puedo esperar eso de vosotras.

Las ganas de irme de aquí me queman por dentro... De este sitio en el que ningún vecino es capaz de alzar la voz, y decir que me han hecho algo horrible, que me entienden, que me pregunten cómo estoy...

Nadie.

Simplemente, le ríen las gracias a ella. Como si nada hubiera pasado. Como si matar estuviera permitido. Y aquí no pasa nada...

Echas a un padre de su hogar, le separas de sus hijas, te vas a acostarte con unos y con otros.... pero eh... es la que vive al lado, no pasa nada, mejor sonreír.

Os odio. Cobardes de mierda.

Cuatro años.
Cinco mudanzas.
Una depresión terrible.
Durmiendo meses en un sofá, en casa de vuestra tía.
Durmiendo meses en el suelo, en la pequeña casa de Albalat.
Dificultades económicas.
Angustia.
Soledad.
Rabia...

Tengo que seguir.

Por vosotras.

Tengo que seguir.

No puedo abandonar.

No puedo perderos.


Os quiero hijas mías.

Os quiero.
Papá.




Comentarios