(126) Lo que ya sabía...
Lo sabía.
Solamente confirmé lo que pensaba.
Pero duele igualmente.
Ayer por la tarde, me trajiste el teléfono móvil que ya no usa tu madre, para que te instalase tu juego preferido (ROBLOX).
Es un teléfono antiguo, que no tiene tarjeta SIM, y que solamente usas para jugar, conectándote por Wi-Fi.
Te instalé el juego, pero vi que tu madre, que no entiende mucho de estas cosas, todavía tenía configurada su cuenta de Google en ese teléfono, por lo tanto todos los correos electrónicos también le llegan a ese teléfono, que usas tú para jugar.
Solamente en un rápido vistazo, pude confirmar lo que ya sabía...
Decenas y decenas de emails de páginas de contactos, como "POF", "Meetic", "Tinder", "Badoo"...
Decenas de solicitudes de hombres que quieren conocer a vuestra madre.
Perdón, vamos a hablar con propiedad: hombres que quieren acostarse con vuestra madre.
A eso es a lo que se dedica ella. A tener citas y citas con hombres, a acostarse con ellos...
Que lo intuyas, que lo sepas, no quita que no duela enormemente cuando lo confirmas.
De repente aquella vieja sensación... boca del estómago cerrada, notas como algo te atraviesa por dentro. Es un dolor agudo, punzante.
Se aceleran las pulsaciones. Te invade la tristeza, la angustia... El dolor.
Es lo de siempre... Mi hermana hizo lo mismo... Aplicaciones para encontrar pareja, para seguir con sus planes de reina de la fiesta.
En el caso de vuestra madre sé que es peor, porque sé perfectamente cómo actúa ella. A la primera de cambio, a acostarse con cualquiera.
Repulsión y asco me da pensar la cantidad de hombres que habrán pasado por la que era mi casa. Mi cama.
Duele. Duele muchísimo. Después de casi cuatro años.
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Eso es lo que quiere ella.
Eso es lo que busca, y lo que hace.
Cualquier idiota le vale, con tal de que no sea vuestro padre.
Así, se asegura una semana completa sin vosotras. Sin tener que ejercer de madre, para hacer todo lo que hace.
Duele muchísimo hijas mías.
Pero sé que nada se puede hacer.
Nada.
La sensación de dolor es horrible.
Pero no puedes hacer nada más que irte a la cama sin cenar, y pensar que mañana será otro día.
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Quise estar poco tiempo expuesto a ese dolor.
No indagué mucho más.
Solamente el tiempo justo para confirmar lo que ya sabía.
Pero no quería seguir exponiéndome a ese material que tanto dolor me causa.
Lo único que hice fue borrar la cuenta de vuestra madre de ese teléfono, para evitar que por un casual tú pudieses accidentalmente ver algo de todo eso.
Me encantaría que pudieseis ver quién es realmente vuestra madre, y qué es lo que hace.
Pero sois muy pequeñas. Y mi obligación es manteneros lo más alejadas posible de ese inframundo tan asqueroso.
Evitar que veas cosas que no tienes que ver. Pese a que vaya en mi contra.
Yo solo quiero que seáis felices.
Por eso salimos todos los días con la bici la pequeña y yo, para que siga practicando y jugando con quien se encuentre por el pueblo, mientras tú te quedas con tus amigas, pasando la tarde.
Es lo que debo hacer, y lo que quiero hacer.
El resto... Da igual.
Un fuerte beso hijas mías.
Os quiere,
Papá.
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