(127) De cuando quiso quitaros a vuestro padre...


Pocas veces os he hablado de la vez que vuestra madre me demandó para quitarme vuestra custodia.

Navidades de 2017: Desempleado, y haciendo un curso para poder encontrar un trabajo, después de haber tenido que dejar el puesto en mi propia empresa a causa de la severa y profunda depresión que estaba sufriendo causada por el divorcio y todas sus destructivas consecuencias (perder mi casa, mi familia, no vivir con vosotras, perder a mi mujer,...).

Navidades que un día, una mañana, se vuelven infernales al recibir por correo postal una demanda de vuestra madre, plagada de mentiras y omisiones, en la que básicamente pide vuestra custodia para ella, y me reclama la cantidad de 400€ mensuales, para vuestra manutención. Si, habéis leido bien: 400 Euros mensuales.

Imaginaos la situación.

Sin trabajo. Sin casa (en ese momento, estaba viviendo en casa de mi madre). Y sin tener ni idea de asuntos judiciales, además de todo el daño sufrido por el divorcio,... ahora esto.

Es bastante doloroso y nauseabundo.

Recibes un conjunto de folios, de papel, sujetos por una grapa. En esos folios hay unas letras impresas, que vienen a decir unas medias verdades, o incluso mentiras... Y a partir de ahí, tienes un plazo de 20 días laborables para buscar un abogado (pagando, evidentemente), preparar tu defensa reuniendo todas las pruebas posibles, y desmentir todo de lo que se te acusa.

Es tremendamente injusto.

¿No debería ser ella la que probara todo de lo que acusaba? Pues no... aportaba dos o tres capturas de conversaciones de WhatsApp, y algún ticket de supermercado.

Ahora, en fechas navideñas, y con un estado de ánimo destrozado, date prisa. El tiempo corre. ¿Qué haces? ¿A dónde acudes? ¿Qué pruebas puedes reunir para salvarte?


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Después de leer la demanda varias veces, varias noches, varios días... empiezas a pensar en varios puntos clave que puedes demostrar que no son ciertos. Te pones manos a la obra para reunir pruebas.

Afortunadamente, estamos en la era de Internet, y puedes acceder al banco online, y a organismos públicos, para obtener documentos y justificantes... Todo esto hubiera sido imposible si hubiera tenido que ir a varios sitios pidiendo toda la documentación que reuní.


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Tuve suerte con el abogado, un chico joven, al que prácticamente le di todo el trabajo hecho, y él solamente tuvo que redactar y dar forma a mi contestación a la demanda...

El comportamiento de vuestra madre... lleno de maldad.

Varias veces, muchas, intenté hablar con ella y explicarle que teníamos un acuerdo entre nosotros, y que lo estábamos cumpliendo, y que llegásemos a un acuerdo para acabar con este asunto de la demanda...

Pero ella estaba envenenada de maldad y rabia, porque yo tenía una relación con la que en otro tiempo fue su "amiga" en sus salidas nocturnas... ya sabéis de quién hablo.

Ella, podía hacer barbaridades cada vez que salía de fiesta. Beber, emborracharse, liarse con varios la misma noche, y acabar siempre en una cama distinta. Pero yo, no podía intentar tener una relación con una persona...

Con todo ese odio y esa rabia por hacer todo el mal posible, se negaba a hablar conmigo.

Yo le decía: "pues de acuerdo, que hablen nuestros abogados". Pero su abogado, no sé si por orden suya, o por iniciativa de él mismo, nunca atendió las llamadas de mi abogado, ni le devolvió las llamadas para poder por lo menos proponer un acuerdo o solución amistosa.


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Cuando por fin, ella y su abogado recibieron mi contestación a la demanda, y a dos días de la celebración del juicio, de repente recibo un mensaje de vuestra madre, en tono conciliador, diciendo que esperaba que llegásemos a un acuerdo el día del juicio, y que esperaba que todo se solucionase.


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Pobre ignorante. Lo que realmente había pasado, es que en mi contestación desmonté una por una sus mentiras, falsas acusaciones y verdades a medias, y no sé si ella misma, o su abogado y ella, debieron ver que lo tenían todo perdido... y a dos días del juicio, me dice que "a ver si llegamos a un acuerdo"...


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Recuerdo el día del juicio.

Nunca había pasado por una situación así.

Unos papeles cogidos por una grapa, y podía perderos a vosotras, y arruinar los siguientes 20 ó 30 años de mi vida.

Mala. Es horriblemente mala. Cuánta maldad. Cuánto daño.

Llegué al juzgado acompañado por mi abogado y mi procuradora. Al poco tiempo, llegó ella con su abogado.

Y me dijeron que lo habitual es que, antes de entrar a la sala a celebrar el juicio, allí mismo, en el pasillo del juzgado, de pie, en corrillo, se intentaba llegar a un acuerdo, para evitar el juicio.

Yo estaba lleno de rabia. Tenso. Sentía la rabia correr por dentro de mi. Me hubiera puesto a repartir puñetazos a todos los que estaban allí. Intentaban quitarme a mis hijas y arruinarme, llenando unos asquerosos folios con mentiras, y encima eres tú el que tienes que demostrar que son mentiras, y no al revés.


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Decían que me había desentendido de vosotras.

Decían que no iba a veros.

Decían que no os llamaba por teléfono.

Decían que me había ido a vivir lejos de vosotras por voluntad propia.

Decían tantas cosas dolorosas...

Os hubiera matado allí mismo, hijos de puta.


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El abogado de vuestra madre, se dirigió a mi, y me dijo que íbamos a hablar para intentar llegar a un acuerdo.

Clavé mi mirada en sus ojos, y le dije con toda la sequedad que pude: 

- ¿Ahora quieres hablar? ¿Ahora quieres un acuerdo? Mi abogado lleva 2 meses largos intentando hablar contigo y no has sido ni para devolverle una llamada. ¿Qué pasa? ¿Que has visto el ridículo que estáis haciendo tú y tu clienta con esta sarta de mentiras, y ahora quieres un acuerdo...?

El abogado de vuestra madre, se dirigió al mio, y le dijo: "yo con él no tengo que hablar..." (bonita manera de decir que "se cagó en los pantalones", disculpadme la expresión).

Mi rabia me pedía que entrásemos al juicio.

Vuestra madre se merecía que una juez le colorease la cara por mentirosa y mala.

Quería ver cómo hacía el ridículo y perdía.

Quería resarcirme un poco de tanto dolor...

Pero mi procuradora, una chica joven y educada, me cogió y me apartó un poco del grupo.

Me dijo, con toda la serenidad que pudo, que lo más beneficioso para mi era que aceptase un acuerdo, porque vuestra madre tenía justicia gratuita, es decir, abogado de oficio (gratis), y por lo tanto, si el resultado del juicio no era a su favor, podría recurrir, y volver a recurrir, y esa pesadilla no acabaría nunca...

En cambio, si llegábamos a un acuerdo, ahí acababa la historia, porque contra los acuerdos no cabe recurso, ya que se entiende que si has acordado algo, es que estás de acuerdo con ello, y por tanto no vas a recurrir algo que tú mismo has acordado.


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Tenía segundos para dar una respuesta... Todos esperando mi respuesta.

Ahí, de pie. En el pasillo del juzgado.

Tuve que pensar con todo el raciocinio que pude, serenarme y pensar. Pensar en lo más conveniente para mi.

Tenía segundos para hacerlo... Evitar que los sentimientos me hicieran tomar la decisión equivocada...

Acepté llegar a un acuerdo, y evitar el juicio.

Era lo mejor. Era la manera de asegurarse de que la custodia seguía siendo compartida, y de que estaría con vosotras el máximo tiempo posible. Además, de cerrar cualquier opción de que ella pudiera recurrir la sentencia y seguir con la pesadilla.

Entramos a la sala. Abogados y fiscal informaron a la juez de que había acuerdo, y la juez nos hizo ratificarnos a ambos.


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A la salida, invité a mi abogado y procuradora a un café en el bar con terraza que está justo al lado de los juzgados...

Ellos, me decían que había hecho lo correcto.

Yo, no encontraba resarcimiento a tanto sufrimiento y dolor.

Hubiera querido que una juez llamase mentirosa directamente a vuestra madre.

Y aun así, mentirosa se quedaría corto. Mala. Maldad. Egoísmo. Veneno en el alma...

Pero también, supe que hice lo que tenía que hacer. Ni más, ni menos.

Todo por vosotras.


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Unos cuantos justificantes bancarios, certificados del servicio de empleo, recibos de la tarjeta de crédito justificando repostajes de combustible en el pueblo, las facturas telefónicas demostrando que os llamaba mínimo una vez al día, y grabaciones de llamadas telefónicas demostrando que soy yo el que me he preocupado y encargado siempre de vuestros estudios y educación, a parte de todas las visitas al médico... con eso bastó para desmontar una por una todas las mentiras y medias verdades que vuestra madre y su abogado habían escrito sobre mi.


Pero... ¿y el daño? ¿y el dolor? ¿Cómo se me resarce de eso?


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Tenéis toda la documentación guardada, por si algún día queréis leerla. La demanda, la contestación, las pruebas, la sentencia...

Tantas cosas que contaros, hijas mías.

Ella, os vendió todo aquello como que os preguntó "si queríais estar con ella, o una semana con cada uno"... Como si ella tuviera el poder de elegir, y era tan buena tan buena, que os dejaba elegir a vosotras lo que quisiéseis...

Por escrito queda, el testimonio del día que vuestra madre quiso borrarme de vuestras vidas, y que además, le pagase 400€ mensuales, a parte de no poder ser partícipe de vuestras vidas.

No sé de dónde saqué la fuerza y la insistencia para luchar contra aquello.

Pero sabía que no iba a perderos. Que tenía que hacer TODO lo posible.

Lejano queda ese tiempo... han pasado más de tres años.

Y ella, siempre juega con la baza de que sois muy pequeñas, y el tiempo borra todo el daño causado... que nadie se acordará del mal, porque la memoria es muy corta... y al final todo se estabiliza, y nadie se acuerda de lo que queda muy lejos...

Qué injusto.

Hasta es posible que, cuando vosotras seáis adultas, ni yo mismo recuerde los detalles de todo aquello... Por la lejanía en el tiempo, y por mi propio envejecimiento.

Escrito queda.


Os quiere,
Papá.




"Para que el mal triunfe,
solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada"
(Edmund Burke)



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