(130) El bazar chino (recuerdo)


Hoy, me toca trabajar por la tarde. Entro a las 15:00.

Me he venido al pueblo de al lado, a comprar unas cosas en el supermercado, y a tomar un café.

Cuando llevaba un rato sentado, y después de organizarme el día, levanto la vista, y veo la fachada de lo que hace tiempo era un bazar chino.

Imposible olvidar esa fachada a colorines.

En esa tienda, y cuando vuestra madre me echó de mi hogar y me separó de vosotras y de ella, compré todo el menaje y utensilios de casa que me hacían falta para el piso que acababa de alquilar en el pueblo de al lado, para estar cerca de vosotras, pero no en el mismo pueblo, como me había prohibido vuestra madre.

- Cubiertos
- Servilletero
- Perchas para la ropa
- Manteles
- Papelera y cubo de basura
- Aceitera, salero y vinagrera
- Abrelatas
- ...


Allí estaba, comprando unas cosas que no quería ni tenía por qué comprar, para irme a vivir SOLO. Dios mio, qué mal lo pasé. Las paredes se me caían encima. La respiración me faltaba. Era al principio de todo. No podía respirar. La angustia me comía por dentro.

Y ella, tuvo la sangre fría de acompañarme, con vosotras. Ella veía cómo cogía un salero, una escobilla de inodoro, un servilletero... Le daba todo igual. Le daba igual el significado de todo aquello...

Ella ya tenía su cabeza en la operación de aumento de pecho, en las salidas nocturnas a discotecas, y en las aplicaciones para conocer gente.

Cómo se puede tener esa sangre fría. Su marido. El padre de sus hijas. Viéndole destrozado, coger cuatro cacharros para irse de su casa... Y que le de igual.

Y yo, por dentro muerto, pero como estabais vosotras, os cogí un juguete pequeño a cada una. Porque vosotras no tenéis por qué que sufrir.

Ese ha sido el recuerdo que ha venido hoy a mi mente.

Lentamente, viendo las imágenes en mi cabeza, he acabado el café, y como sin querer hacer mucho ruido, he dejado el vaso suavemente sobre el plato. No quería ni que sonara el "clink" del choque del vaso con el plato.

Es como si no quisiera remover o revivir aquello, como si no quisiera ahondar en esas imágenes y sensaciones.

Ya nada importa.

Vuestra madre sigue su vida, sin más. 

Ahora que el ocio nocturno está complicado por el tema de las restricciones sociales impuestas para evitar contagios de coronavirus, parece que se ha apuntado a un grupo de gente que hace senderismo, y no para de salir con esa gente.

Ni sé, ni quiero saber ni conozco más detalles.

Hay que ver, las veces que yo le decía de ir a hacer senderismo... y nunca quería.

Cualquier cosa le vale, cualquier gente le vale, cualquier cosa, menos el padre de sus hijas.

Siento que tengáis que pasar por todo esto. Siento las idas y venidas, los cambios de una casa a otra, dos estilos de vida, dos rutinas...

Y sobre todo siento que nunca podáis disfrutar de ver a vuestros padres juntos, dándose muestras de afecto. Estáis en tensión cuando tenemos que comentar algo en persona... Lo sé. Lo noto. También notáis vosotras mi tono distante, frío y seco con vuestra madre. Un tono lo más aséptico posible.

Si por mi fuera, la borraría completamente de mi vida. Pero tengo que seguir soportando el pesar y el dolor de tener que comunicarme con ella, porque muchas situaciones vuestras lo requieren.

Duele.

Duele mucho.

No sé qué modelo afectivo creará esto en vuestras personalidades. Qué habéis interiorizado del modelo de relación paternal que tendríais que tener de afecto y apego.


LO SIENTO MUCHO.

Yo también soy una víctima de su egoísmo. Pero no puedo hacer nada.

Lo único que puedo hacer, es esconder mi dolor, mi angustia, e intentar mostraros felicidad, cariño, y afecto.

Lo que hay dentro de mi.... Bueno, eso ya a nadie le importa...

Lo importante sois vosotras.


Os quiere,
Papá.





Comentarios