(153) No puedo evitarlo...
Hola chicas.
Pues al final, y como era normal esperar, todos nos hemos contagiado en casa de coronavirus.
Es normal, si entra el virus en casa, acabas contagiandote. Ya contaba con ello.
Tú has estado 10 días sin ir al colegio, y la pequeña va a estar 18 días... Porque han esperado una semana para hacernos a nosotros la prueba, y los 10 días de aislamiento en casa empiezan a contar a partir del resultado positivo de la prueba.
En fin, estamos todos bien. Yo, algo de dolor de cabeza, escalofríos y un poco de moco. Nada más, de momento.
Os he llevado con vuestra madre. Le he tenido que prestar mi teléfono, porque le han cortado la línea por impago de unas facturas (debió devolver los cargos del banco, al no saber ni lo que eran), y justamente ahora que también está contagiada de coronavirus y el médico tiene que llamarle todos los días, se queda sin teléfono.
Le he dejado el teléfono, para que llamase a atención al cliente de su compañía telefónica. Mientras ella manipulaba su teléfono, para enseñarme que no funciona, al apretar en el registro de llamadas, en la primera posición aparece el nombre "Mi Chico".
En fin, con el que esté ahora (otro más), pues se lo guarda en el teléfono como Mi Chico.
Es que es imposible no pararse a pensar.... Estoy en la que era mi casa, que ya no lo es, me la robó. Intentando arreglar sus problemas con el teléfono, para que hable con otro.
Piensas que es necesario que tenga teléfono, pero la cabeza no deja de pensar.
Miro alrededor, veo los cuadros en la pared que puse. Veo los muebles que yo limpiaba. Y la escalera que yo subía para ir a dormir.
No puedo. Es imposible no pensar. Es imposible no sentir rabia.
Me salgo fuera antes de que estalle. Ya me noto los nervios y la tensión en todo el cuerpo.
Mi pequeñita sale a preguntarme qué me pasa.... Te digo que "ésta era mi casa".
Me abrazas. Sin saber qué decir. Te abrazo. Lo siento. De verdad. No puedo controlarlo.
Os digo que la gran planta verde que hay en la entrada, la traje yo a la casa, siendo una pequeña plantita verde que cabía en la palma de la mano.
Lo siento.
Solamente había venido a traeros, y ahora estoy lleno otra vez de dolor y rabia.
Le digo a vuestra madre cómo haríamos para que, aunque sea su semana, todas las tardes os recogería para hacer los deberes que vuestras profesoras os envían todos los días, mientras no vais al colegio por estar en aislamiento por el virus.
Me hace un comentario, diciéndome que la semana que viene, como es mi semana, que os haga la cena, o algo así....
Yo pienso, como siempre, que qué hago negociando quién os tiene, quién os da de cenar.... Asqueroso todo.
Deberíamos estar pasando esto juntos como una familia.
Siento rabia. Mucha rabia. Porque mientras yo llevo mucha tensión con vuestras dos horas diarias aproximadamente cada una de deberes que necesitáis, ella se pasa el día viendo telenovelas románticas en Netflix (esa plataforma de televisión online).
Eso es lo que hace... Esté sola, o esté con vosotras.
Telenovelas románticas en Netflix.
Yo, casi 4 horas de deberes diarias entre las dos, y llevar todo al día con vuestras profesoras...
Ella, telenovelas románticas en Netflix.
Cómo les engañan. Cómo les comen la cabeza. Telenovelas románticas....
En fin.
Y no puedes hacer nada.
Nada de nada.
Cualquier cosa que digas, es utilizada en tu contra para dejarte en ridículo.
En ridículo, como el que se preocupa por nada. Que para qué preocuparse, si ver la telenovela es más divertido.
Te tiran. Te roban. Te destrozan. Y luego, tienes que aguantar cómo se ríen en tu cara.
De nuevo, esa sensación. Esas ganas de desaparecer para siempre. De dejar atrás este lugar, donde vive la gente que te ha hecho un daño horrible, y donde vive la gente que siendo testigo de ello, no ha hecho nada por apoyarme.
Pero sabes que es imposible. Sabes que no puedes irte. Sabes que nunca dejarías a tus hijas.
Sabes que morirías de pena si te fueses.
Sabes que tienes que tragar. Agachar la cabeza, y tragar. Porque nunca podría irme y dejaros aqui.
Me faltaría todo sin vosotras. Y jamás podría.
Así que, aceptas que debes estar aquí, y tragar todo esto que tanto asco te da tragar.
Eso... Te genera una cara de amargado, difícil de esconder.
En fin, siento mucho que la rabia me llene y me lleve. Siento mucho que se me note tanto cómo me enciendo por dentro, y me lleno de rabia, cuando veo y piso la que era mi casa.
Siento mucho que tengáis que verlo y que notarlo.
Lo siento mucho.
Os quiere,
Papá.
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