(162) Otro lunes. Otra semana sin vosotras.

Lunes otra vez.

Rendido de toda la semana.

Lavo la ropa de toda la semana.

Ya tenéis limpias vuestras zapatillas blancas. Esas que tanto os gustan, porque pegan con todo.

Cuando vengáis, las tendréis blancas y limpias. 

Ahora nos despedimos los lunes, porque vuestra madre quería los domingos enteros para irse con el que está ahora.

Yo, tuve que ceder, porque me amenazó con no dejarme veros las semanas que no estáis conmigo. Para ver los deberes, para estudiar.

Aunque eso es la excusa. La excusa que tengo para poder veros. No aguanto una semana entera sin veros. 

Yo no decidí esto. Lo impuso ella.

Acabo de lavarme los dientes después de cenar. Y veo vuestros cepillos de dientes. El aseo está tan silencioso sin vosotras...


Este sábado me habeis visto otra vez fuera de mi. Lo siento.

Estábamos con vuestra tía. Me había pedido que le arreglase una cosa del móvil. Y en ese mismo instante, le entra un mensaje de vuestra madre.

Le envía una foto, de ella con el tío con el que está ahora.

Me duele lo de vuestra madre. Ya lo sabéis...

Pero mi propia hermana.

En vez de apoyarme, de entenderme.... Se alía con vuestra madre, porque es igual que ella. Hizo lo mismo que ella, y está haciendo lo mismo que ella...

Pensar en su egoísmo, en vivir la vida. Por encima de su familia. Incluso de su hijo, vuestro primo Ian. 

Me duele que mi propia hermana se intercambie fotos con vuestra madre, alardeando de con quién se acuesta cada una....

Me siento imbécil. Siento como si se estuvieran riendo de mi.

Vuestra madre, y mi hermana.

Vuestra madre está perdida. En ese momento me siento imbécil. Yo con vosotras.... Y las dos, enseñandose una a la otra con quién se acuestan... Mientras, vosotras y vuestro primo jugáis en el parque.

Yo, juego con vosotras al "monstruo". A pillaros en el parque. Al Ian le encanta, y a vosotras también.

Es inevitable no reírse cuando corro detrás de vosotras. A todos nos entra la risa cuando nos persiguen...

De repente, al ver lo que hacen..... Al ver la traición, la rabia me invade. No puedo controlarla.

Le digo: "que te arregle el móvil la asquerosa con la que te escribes", y se lo tiro en la mesa.

De repente me falta el aire.

Grito. Grito fuerte.

- ¡Vamonos!

Tu te asustas. Ya sabes que algo pasa. Eres la mayor.

Me ves con los ojos montados en cólera. Sabes que algo pasa.

Respiro fuerte. Respiro nervioso.

Me apoyo en un banco, y lo golpeo.

Te pones a llorar.

Llevamos a las abuelas a su casa, y nos volvemos al pueblo.

En el coche, te pido perdón. Te pido que me entiendas.

Me dices que de mayor "te volverás loca".

Te pido que me perdones. Que todos somos personas, y hay veces que el dolor no se puede resistir.

Te digo que aunque yo sea hombre, también soy persona, y que el aguante de cualquier persona tiene un límite.

Sé que no me entiendes. Sé que no me entendéis.

Así que dejo de hablar de ello, y te doy la mano. No puedo hacer más.

Me dices que da igual lo que haga vuestra madre. Que no piense en ello.

No puedo hacer más que darte la mano, y procurar que al llegar al pueblo, te lo pases bien con tus amigas. Hoy duermes en casa de Gisele.

Os pido perdón. Tanto daño. Por todas partes. Vuestra madre, mi hermana...

Soy persona, y también tengo un umbral de dolor. Un límite. Tengo sentimientos. Y no soy perfecto.

Sé lo que hay que hacer. Sé que no hay que hablar de ello, y que hay que esconder el dolor.

Pero creedme, a veces es tan insoportable, que te supera.


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Hoy lunes. Empieza la semana sin vosotras. Aunque ya llevo los libros del colegio en el coche, para tener la excusa y poder veros todos los días.

Espero que vuestra madre no vuelva a tener un arrebato de maldad, y se niegue a que pueda veros.

Me cansa tener que estar siempre supeditado a sus tonterías.

Soy vuestro padre y os quiero todos los días. Y no debería de pedir permiso a nadie para veros y estar con vosotras. Es injusto.

Estoy soportando mucho.

Mucho, demasiado tiempo.

Mañana, otra vez a trabajar, fuera de casa unas 11 horas. En un trabajo insípido, para que podáis calzar las zapatillas blancas que os gustan.

Porque ahora, lo que importais sois vosotras.

Vosotras sois lo único importante.


Os quiere,
Papá.



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