(164) Qué impotencia...
Llego a las 20:00, a hacer contigo una tarea que te han enviado del colegio, y hay que hacerla en internet.
Nada más entrar, te veo asustada, nerviosa, porque tu madre te ha dicho que en cuanto acabe me vaya, que no quiere que esté allí cuando ella llegue.
Te veo nerviosa, intranquila...
Te pregunto, pero solo me contestas diciéndome que yo también a veces os dejo solas en casa.
Si, yo bajo a tirar la basura, o bajo a tomarme un café alguna mañana... 10 ó 15 minutos como mucho.
Vuestra madre, os deja solas a las ocho de la tarde, mínimo una hora y media, para irse a clases de baile. A bailar el Zumba de las narices.
Dos niñas de 6 y 11 años solas en casa, a las nueve de la noche, porque quiere ir a clases de baile.
Y claro, como sabe que no es correcto, no quiere que esté allí para ver a la hora que llega, y para tener que dar explicaciones o justificaciones.
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La verdad es que me da igual, ya me espero cualquier cosa de vuestra madre. Una persona que ya os ha metido a otro tipejo en casa, y que ya os lleva por ahí con él...
Pobres mías, cuántos habréis visto, y cuántos os quedará por ver, porque este imbécil, ni es el primero ni será el último que pase por su cama.
Lo que realmente me importa, es el hecho de que tengas que tener esa tensión, hija mía. Ese miedo a no cumplir con las órdenes de vuestra madre.
Que siempre tengas que estar en tensión y nerviosa para que ella no se enfade, para que pueda tapar sus vergüenzas.
Ya sé que no quieres fallar a ninguno de los dos. Ni a tu madre ni a tu padre.
A mi me gustaría que alzaras la voz, y que dijeras que no pasa nada si tu padre está con vosotras cuando ella vuelva.
Pero sé que eres todavía demasiado pequeña como para contradecir o tomar parte a favor de mi.
Como os digo, me da igual dónde esté, y qué es lo que haga.
A mi lo que me importa es, ya que vuestra madre se va a bailar y llega a casa pasadas las nueve de la noche, que por lo menos yo pueda estar con vosotras, y no estéis solas.
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Siento mucha impotencia, de ver que puedo yo estar, ya que ella no lo hace. Pero como no quiere que esté, te da la orden de que me vaya, y tú te ves obligada a cumplirla.
Ya ves... tener que decirle a tu propio padre que se vaya, que no tiene que estar ahí...
Debe ser duro, y una situación desagradable para ti, hija mía.
Te entiendo, no te preocupes.
Me duele, pero te entiendo.
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Mi pequeña, no entiende los matices, pero sabe que algo pasa, y que lo que pasa no está bien....
No tienes palabras, pequeña mía, pero vienes y me abrazas en silencio. Para que yo sepa que da igual lo que esté pasando... que me quieres.
En fin....
Siempre llego a casa con el estómago encogido de lo desagradable de la situación. Sin hambre de cenar.
Ojalá pudiera hacer algo para arreglar esta situación tan desagradable para todos, menos para la que baila.
No me queda otra que aguantar esta situación tan asquerosa.
Aguanto por vosotras, porque si no estaría lejos.
Muy muy lejos.
Os quiere,
Papá.
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