(172) Vosotras... desde lejos
Hoy tenías excursión, parece ser que de fin de curso, porque estamos ya en mayo, y acaba sexto de primaria, y con él también acaba la etapa de primaria. En septiembre ya te vas al instituto.
Habéis ido a un camping de multiaventura en el embalse de Benagéber.
El autobús llegaba a las 20:00, así que he pensado que podría llegar del trabajo y, aunque no fuera mi semana, por lo menos recibirte de la excursión.
Cuando he llegado, me he quedado un poco dentro del coche, porque faltaban 15 minutos para la llegada del autobús.
Pero han ido llegando más padres, y entre ellos también estaba vuestra madre, acompañada por mi pequeñita, que no dejaba de bailar muy emocionada.
Yo, dentro del coche, viendo a mi hija pequeña bailar. Viendo tu alegría. Tu belleza. Con unas ganas tremendas de bajar del coche y correr hacia ti a darte un abrazo...
Y esperando también con ilusión la llegada del autobús, y que me cuentes qué tal ha ido la excursión...
Pero recuerdo que, no es mi semana.
En estas injustas, asquerosas y malditas normas que nos impusieron, hay semanas en las que soy vuestro padre, y vivo y actúo como tal, y semanas en las que no lo soy. En las que me prohibieron serlo.
Semanas en las que me tengo que clavar un cuchillo en el cerebro, atravesarlo, para extirpar la idea de que tengo hijas. Para no sufrir por no poder veros...
Te veo bailar, pequeña mía.... Miro a la gente... Te miro a ti.... No hay sitio para mi.
No quiero ir a saludaros y que todo el mundo se quede en silencio por la tensión del ambiente.
No quiero que luego vuestra madre, con aires de grandeza y superioridad, me diga que no me tocaba estar ahí. Que lo dicen las leyes que ella puso.
Tampoco quiero una situación incómoda o vergonzosa para vosotras...
Así que, cojo con cuidado las enormes ganas que tengo de veros, las pliego con cuidado, hasta que caben en un bolsillo, y las guardo.
Arranco el coche, y antes de irme a casa, miro a mi pequeña bailando alegremente.
Mi consuelo ha sido verte bien y feliz.
El otro día me dijiste que te gustaría que papá y mamá estuviésemos juntos. Yo solamente te dije que yo también lo deseaba. No podía decirte más.
Me tengo que ir. Si viene el autobús, la gente se agolpará alrededor, y no podré marcharme sin que me vean y me reconozcan.
Me quedo con las ganas de verte. Aunque hubiera sido de lejos...
..............
Te digo en un mensaje que cuando puedas me llames y me cuentes la excursión.
Me contestas que a la hora de cenar me llamarías....
Y te has ido a dormir, sin llamarme.
No sé si és la preadolescencia, o es que realmente haces más piña con tu madre que conmigo...
No lo sé.
Con lo que yo he peleado por ti, por tu cuidado y educación... Recuerdo los masajes en las piernas cuando tenías cuatro años, porque te despertabas con dolores. Recuerdo las noches en el sofá contigo... Ella decía que te dejase sola en tu habitación. Yo solo quería dormirte en brazos, y que te durmieras habiéndote sentido querida.
Todo el esfuerzo, para que en pocos meses empieces el instituto. Cientos de horas de deberes y estudios...
Qué injusta es la vida.... Pero créeme, lo hice con gusto, y lo volvería a hacer mil veces, como ahora estoy haciendo y haré con mi pequeñita...
Estás en una época de cambios importantes, y todo se vuelve más complicado por la situación que tenemos.
Sé que no debo presionarte.... Pero te echo de menos.
Hoy he visto a mi pequeña desde lejos.
Era mejor irme a tiempo.
Os quiere,
Papá.
Comentarios
Publicar un comentario