(186) Profundamente decepcionado
Esta semana no estáis conmigo, pero toca dentista.
Lo primero que hago es preguntarte el motivo de por qué no puedo llamaros por las noches. Por qué lo evitas.
No consigo nada. Solamente excusas y evasivas. Que tienes que hacer cosas, que estás cenando, que te vas a duchar...
Mentira.
Nada impide responder a una llamada mía, y decirme por ejemplo: "papi voy a cenar, o voy a ducharme", y hablar aunque sean 30 segundos.
Y además, me quedo sin hablar con mi pequeña.
Te digo que no me das una respuesta lógica, y que solamente se me ocurren dos posibles causas: o que tu madre no te deje hablar conmigo, o que directamente tú no quieras.
También sé, que esto no pasaba antes, y que pasa a raíz de meter vuestra madre al tipo con el que está ahora en casa...
Durante el camino al dentista, me quedo en silencio. Siento un profundo dolor y una profunda decepción.
Pienso que es mejor no seguir hablando de ello, porque no sales de tu posición de decir que no pasa nada, y no quiero que la situación sea tensa o mala. No quiero que sufras.
Pero el dolor está dentro de mi.
Mi pequeña lo nota, y pregunta, con voz baja y con miedo, que por qué no hablamos mientras vamos en el coche...
Cuando entras al dentista, le pregunto a mi pequeña si sabe el motivo por el que no quieres hablar por teléfono conmigo por las noches cuando estáis con vuestra madre.
Lo único que me dice es que todas las noches veis series o películas, y que si hablais conmigo, hay que parar la serie o la película.
Estupendo. Genial.
Además, sé que estáis viendo series no apropiadas para vuestra edad. Series con contenido violento, sexual, etc...
Series que están de moda ahora, que todo el mundo ve, embobados, mientras nadie se cuestiona nada de su propia vida y lo que le rodea.
Aquí estoy, soy vuestro padre, y no puedo interferir para que no veáis ese tipo de contenido audiovisual, que afecta negativamente a vuestra educación.
Me da mucha rabia no poder controlar, como padre, las cosas que veis.
Otra de las consecuencias de este asqueroso y doloroso divorcio impuesto.
........................................................
Al volver del dentista, 20:00 de la noche, ya de noche, nos cruzamos con el coche de vuestra madre, que se va a clase de baile. A bailar.
Y yo pienso, ¿ahora con quién os quedáis?
Al llegar a la altura de su casa, veo de perfil al que tiene metido en casa.
Impulsivamente, acelero el coche, y os digo que yo no voy a dejaros con un extraño.
Me dices que tienes que estudiar, ducharte... Que te lleve a casa con ese extraño.
¿Vosotras podéis imaginar el dolor? ¿Podéis?
No. Estoy seguro de que no podéis.
Y espero que nunca os hagan nada parecido. Porque es la única manera de saber de lo que hablo.
Me insistes. Y como no quiero para vosotras una situación de conflicto, decido volver y dejaros.
....................................................
Por la noche, el teléfono suena, pero se pone directamente mi pequeña.
Quería darme las buenas noches.
Tu, la mayor, ni has dicho nada. Y cuando ha acabado de hablar la pequeña, has colgado el teléfono al segundo.
Nada.
Ni una palabra.
Estoy muy decepcionado.
Mucho.
Muy dolido.
Mucho.
Parece que después de todo, de hacerme todo lo que me hicieron, de sufrir todo lo que he sufrido y sigo sufriendo. De luchar por todo y contra todo, para daros todo lo mejor de mi. De luchar hasta conseguir vivienda a vuestro lado....
Parece, que soy yo el malo.
En fin.... Otra noche que me voy sin cenar a la cama.
Cuando pasan estas cosas, se me encoge el estómago. Aprieto los dientes de la angustia.
Me duele.
Me duele mucho.
Siento que te estoy perdiendo.
A veces pienso en desaparecer. En dejar de sufrir.
Sé que no lo voy a hacer. Por lo que pienso en dejar de pensar, en dejar de sufrir. En no darle importancia...
Es imposible.
Sois mis hijas, y una hija de la gran puta ha convertido en un infierno, algo que debería haber sido maravilloso.
Otra vez, de nuevo, y ya van mil, tengo que tragar saliva, y seguir.
No puedo ni quiero abandonar.
Debo tragarme el dolor, como si fuera un plato lleno de mierda, cucharada a cucharada, y seguir.
Hacer como si no me afectara, y seguir estando aquí, para vosotras.
Aquí solo, para vosotras.
Pero creedme.
Afecta.
Duele.
Soy mayor para llorar... Pero hoy, estoy llorando por dentro.
Comentarios
Publicar un comentario