(242) Cómo conocí a vuestra madre...
Era una tarde de febrero...
En aquella época, yo vivía en Valencia, y solía salir a correr por el cauce del río, para hacer deporte.
Corría unos 20 - 25 minutos, y luego subía varias veces las escaleras y hacía unas flexiones.
Ese sábado, acabé de hacer deporte sintiéndome muy bien. Estaba feliz. Me sentía bien después de la sesión de correr y flexiones.
Pensé, que me apetecía salir, escuchar música, divertirme un rato...
Pero no tenía con quién.
No recuerdo por qué, ese día no tenía a nadie disponible para salir.
Así que, como me encontraba tan bien, tan fuerte, decidí que no pasaba nada por salir solo.
Quería escuchar música y distraerme un rato. Me lo había ganado.
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En aquellos momentos, estaba de moda una discoteca que se llamaba "Treintaytantos".
Por el nombre, ya podéis deducir que era un local destinado a gente ya un poco más mayor, y la música estaba muy bien, para aquella época.
El local yo ya lo conocía. Está en la calle Eduardo Boscá de Valencia. Y aunque ahora está cerrado y abandonado, esa discoteca ha tenido varios nombres ("The Broda", "69 monos sobre un cable de acero", "Treintaytantos", "Le Premiere"...).
Aparqué mi coche, e hice un poco de tiempo para entrar. Para que hubiese algo de gente.
Entré, y busqué un sitio para estar cómodo y escuchar música.
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En medio de la pista de baile, había una chica rubia, muy guapa. Con los ojos claros.
En un corto espacio de tiempo, veía cómo los chicos se le acercaban, intentaban hablar o bailar con ella, pero ella les daba un poco de conversación y nada más.
No es que yo le estuviera mirando... Es que con su pelo rubio muy claro, sus ojos, y la camisa o vestido blanco y negro que llevaba, destacaba sobre el resto de personas... aunque no quisieras mirar, era inevitable no verle de vez en cuando.
Ella era vuestra madre.
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Me pedí algo de beber, y continué escuchando música... Pensé que lo había conseguido, que había tenido el valor de salir solo... Eso, junto con el rato de escuchar música, para mi ya era suficiente para estar contento, y volver a casa satisfecho del día.
Pero de repente, una chica se acercó a mi, y me brindó la copa.
Empezó a hablarme de algo... no lo recuerdo. Y me dijo si quería bailar en medio de la pista.
La verdad, yo prefería seguir en mi rincón, escuchando música y a mi aire... pero por cortesía, le dije que sí, y le acompañé al centro de la pista de baile.
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Una vez llegamos al centro de la pista, de repente sucedió algo que al principio no entendí.
La chica que me había dicho si me apetecía bailar, se acercó a aquella chica guapísima que bailaba en el centro de la pista.
Me cogió la mano, y la juntó con la mano de vuestra madre, haciendo el gesto como de que bailase con ella.
Yo no entendía lo que estaba pasando...
La chica que me llevó al centro de la pista, era Yolanda, amiga de vuestra madre.
No sé si llegué a saber, o tal vez no lo recuerde, si fue idea de vuestra madre enviar a Yolanda para que me sacase, o si fue idea de Yolanda llevarme hasta ella... O fue algún comentario lo que provocó aquello... pero allí me encontraba, de repente, delante de la chica a la que todo el mundo miraba, y que había rechazado a unos cuantos chicos, en el poco rato que estaba yo allí para verlo...
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Empezamos a hablar... Y a bailar....
Y seguimos hablando... y bailando...
Al día siguiente, quedamos para pasar el día fuera....
Ella me llevó a la playa de Cullera, la del Cordobés.
Yo le llevé al mirador del Garbí.
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Empezamos a vernos todos los días... o casi todos....
Semanas o meses después, no lo recuerdo, ella quería que me fuese a vivir con ella.
Yo, en esas semanas, vi cosas que no me gustaron. Ella solía salir mucho de discotecas, y estar con unos y con otros... Guardaba muchos teléfonos...
Yo no quería eso para mi.
Pero ella me gustaba. Estaba a gusto con ella. Yo quería estar con ella.
Un día... llorando en la cama, ella me dijo:
- "Ya no sé qué hacer para que estés conmigo...".
Yo le abracé, y le dije:
- "Tranquila, no tienes que hacer nada...".
Esa misma tarde, fui a Valencia, cargué toda mi ropa en el coche, y para cuando ella volvió a casa de trabajar, todas mis cosas estaban colocadas en el armario.
Y le dije:
- "Estoy aquí, contigo. Y nunca me voy a ir. Te quiero".
El resto.....
El resto es una historia, que ya conocéis...
Os quiere,
Papá.
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