(264) Hubo un tiempo...

Hubo un tiempo, cuando yo vivía en casa de mi hermana (vuestra tía), en el que solamente os veía los fines de semana. Todos los fines de semana.

Cuando veníais, en verano, hacía tanto tanto calor en casa de vuestra tía, en Xirivella, que teníamos que dormir en el sofá, los tres, con el aire acondicionado puesto toda la noche. 

Vosotras dos, dos niñas pequeñitas, y yo. 

Durmiendo en un sofá. 

Vosotras, que erais pequeñas, os dormíais enseguida. Yo, me quedaba angustiado, pensando en que mis dos hijas, estaban durmiendo en un sofá. 

Pensando en qué podía yo hacer para daros una casa, un hogar... Después de que me robaran el mío. 

Tantas y tantas noches en vela. Mirando cómo dormíais, tranquilamente, y yo tenso, angustiado, pensando qué podía hacer. Cómo podía salir del agujero donde me habían metido... 

Os miraba dormir tranquilamente. Yo igual me dormia a las dos, a las tres, a las cuatro, o directamente a la hora que amanecía.

Meses más tarde, cuando me fui a vivir a casa de las abuelas en Valencia, dormíamos en la primera habitación, en unas literas. 

Dormíamos los tres en la litera de abajo. Y cuando os dormíais, yo me iba a la litera de arriba.

Muchas noches, la pareja de mi madre, que bebe demasiado, se ponía enfadado a chillar y dar golpes. 

Yo me ponía en la puerta, para que no pasara nada, y que no os enteráseis de nada mientras dormíais. 

Un infierno mental. 

También mientras dormíais, me levantaba, me iba a la terraza. Pensaba que podía hacer para daros un hogar. La angustia me devoraba por dentro. Mi cara era un horror. 

Dos niñas pequeñas, que afortunadamente no se enteraban de nada en aquellos momentos. 

Yo no veía salida. No veía qué podía hacer. 

Afortunadamente, conseguí, casi por casualidad, poder alquilar la pequeña vivienda de Albalat. 

De ahí, al pueblo, de alquiler también. Y luego por fin conseguí comprar una pequeña vivienda. 

Cuánta angustia y dolor. Todo propiciado por la misma persona. Sin importarle nada. 

Hoy, todo está bien. 

Solamente, a veces echo la mirada atrás, y me aterra ver todo lo que pudo suceder.

Luché, y lo conseguí. 

Pero podría no haberlo hecho.... Y me aterra. 

Lo hice todo por vosotras. 

Os quiere, 
Papá. 


Comentarios