(218) Aquellos primeros años
Al principio, intenté llevarlo lo más coherentemente que pude. Tenía que seguir trabajando, y adaptarme a vivir solo, en el pueblo de al lado. Pero una vez cerrado el divorcio, y habiendo asegurado lo más importante, que era teneros el máximo tiempo posible, todo cayó a plomo. Cada vez que abría los ojos al despertarme, me preguntaba qué hacía en esa habitación. En esa casa. Sólo. Me preguntaba por qué no estaba en mi casa, con mi familia. Me costaba unos minutos ser consciente de la realidad. Después, vino la ansiedad. Y la angustia, que es peor. Angustia profunda, asfixiante. Daño económico. Daño sentimental (mi mujer, la madre de mis hijas, de cama en cama). Y el daño más importante de todos: vosotras (al principio, me faltaba el aire cuando no estábais). No estaba en condiciones de trabajar. No estaba en condiciones de nada. En aquel tiempo, trabajaba en mi propia empresa en Valencia. Era como un zombi. Mi cerebro estaba licuado. Destruido. Agotado. No podía ...